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V- Probabilidad o Predeterminación, Casualidad o Propósito

 

     

  • ¿La aparición de nuestro universo con todas sus características fue el resultado de eventos al azar?

  • Igualmente, ¿fue la aparición de los primeros seres vivos reproducibles producto de eventos al azar?

  • ¿Obedece estrictamente todo lo existente a la ley de las probabilidades y la fuerza de la entropía, o hay también otras fuerzas opuestas: predeterminación y orden?

  • ¿Somos simples productos de la casualidad o hemos sido traídos a la vida por las fuerzas organizativas para algún propósito determinado, que la ciencia no ha podido dilucidar?

 

Le recomendamos revisar primero el concepto de entropía, en el glosario. La probabilidad forma parte de las matemáticas tradicionales, y predice la probabilidad de que un cierto evento ocurra, tomando en cuenta una serie de variables que influyen en el fenómeno. Así por ejemplo, la probabilidad de que me salga un 6 en la tirada de un dado, es de uno en seis, es decir, me saldrá un 6 en alguna de las primeras 6 tiradas, porque el dado tiene 6 lados, y todos tienen igual oportunidad de quedar boca arriba. Aunque, en la realidad, puede que esto no se cumpla con exactitud, y a la mejor me sale hasta la 24a. tirada, por ejemplo. Porque, en general, la probabilidad nunca es ideal, es decir, existe un cierto margen de error. Por eso, las probabilidades siempre se calculan con el 5% o el 10% de error. La probabilidad de que me saque la lotería depende de cuántos boletos se vendieron: si un millón de personas compraron un boleto, la probabilidad de que me saque algo andará por el uno en un millón de oportunidades, lo cual es casi decir que será imposible. Si enfocamos las probabilidades a los sistemas, tendremos que considerar cuántos elementos hay en nuestro sistema y cuántos de esos son del mismo tipo, los que sean susceptibles de determinado evento que queramos probar. Si estamos hablando del Universo, tendremos una infinidad de tipos de componentes, o sea, habrá una infinidad contra una oportunidad de que queden uniformemente revueltos.

 

 

De acuerdo con la ley de las probabilidades, el Universo no tenía ni la más remota oportunidad de producir seres vivos. Es más, ni siquiera había posibilidad de que aparecieran planetas apropiados para la vida, porque las condiciones iniciales del Universo eran totalmente adversas para ello. Sin embargo, el peso de esta fatalidad matemática se desvaneció con el tiempo. Seguramente existen variables "invisibles" que están actuando a favor de la vida, aunque las desconozcamos. Es como si Dios hiciera trampa en este juego de azar cósmico, usando "dados" cargados. Albert Einstein ya había observado esta situación e insistía en que "Dios no juega a los dados", porque aferrándonos solo a la ley de probabilidades no se pueden explicar muchos de los hechos que vemos en la realidad. Algo ha estado presente en el transcurso de los millones de años de existencia del Universo, que favoreció primero la aparición de planetas estables y después el milagro de la vida. Entonces, el "juego" cósmico no es precisamente de azar, aunque lo parezca.

 

Por otro lado, entropía es un término utilizado en las ciencias exactas, como la física y la química, y se refiere al grado de desorden que existe en un sistema, aunque el primer enfoque que se le dio fue sobre la distribución del calor en un sistema, que se va haciendo cada vez más disperso y homogéneo. Después del Big Bang, el Universo se presentó como un súper-sistema organizado, con zonas muy definidas de altísimo calor y masa, en contraste con otras zonas menos densas y menos calientes. Sin embargo, desde aquel momento inicial, la tendencia ha sido hacia la degradación de las masas de alta energía y materia, es decir, a la disgregación y homogenización absoluta. De hecho, la segunda ley de la termodinámica, tan conocida por los físicos, establece que la entropía total de un sistema aumenta cada vez que un proceso se lleva a cabo. Y como todo en el universo es movimiento y cambio, el final estará caracterizado por la degradación total y sin energía.

 

También, el término entropía es aplicable coloquialmente cuando nos referimos, por ejemplo, a una habitación de nuestra casa. Si empezamos por un estado de absoluta limpieza y orden, donde todo está acomodado debidamente y sin polvo. Conforme van pasando los días, los habitantes de esa habitación tenderán a desacomodar las cosas y acarrear suciedad al realizar sus trabajos, todos los objetos perderán su lugar asignado, hasta quedar en la más completa revoltura, si no existe una mano que recoja, reordene y restaure. Además, se acumulará el polvo y la mugre por doquier, y otro tanto harán los elementos naturales, como la lluvia, el sol, los temblores, etc. El estado final es que la casa se convierta en un montón de escombros. Esta misma tendencia se aplica a cualquier objeto, sistema o ser vivo en el Universo. Pero, al mismo tiempo, se acumulan las experiencias y la información.

 

Los acontecimientos físicos del Universo tienden hacia estados de máxima probabilidad. Gradualmente se van degradando los cuerpos súper-energéticos y súper-masivos del principio, en cuerpos cada vez más pequeños, con menos energía y con comportamientos cada vez más diversos. Y llegará un momento en que el desorden y la dispersión de la energía sean tales, que los miembros del sistema ya no tendrán suficiente energía para sus acciones y se llegará a la muerte térmica del Universo. Esta es una tendencia natural de la materia, inherente a ella. Es como cuando soltamos, por ejemplo vapor de agua en una habitación: el vapor tenderá a homogeneizarse en la habitación y a transmitir su calor a todos los cuerpos que se encuentren ahí. Esta misma ley se puede aplicar a todos los sistemas existentes. La tendencia es que todo va hacia la homogenización, dispersión y degradación de la energía.

 

Pero, este aparente aumento del desorden oculta y conserva la información, que se va acumulando. Y a medida que esto ocurre, se produce deterioro físico y "envejecimiento" de la materia, que al mismo tiempo representa desarrollo y ganancia de poder para el espíritu. La manera en que coexisten el orden y el aumento de la entropía es algo que no ha sido debidamente entendido. Se sabe que la organización de las galaxias se ha mantenido, a pesar de la dispersión del Universo. Es muy probable que en el lejano futuro, cuando el Universo envejezca, la dispersión será tan grande que hará imposible que se mantengan las estructuras físicas actuales, y entonces seguramente la materia adoptará una nueva simetría, más estable y más sutil, de acuerdo con un nuevo equilibrio organizativo. Se puede concluir que el aumento de desorden en el Universo es sólo aparente, porque la organización general sigue siendo creciente, a medida que pasa el tiempo y aumenta la información, la cual se conserva como conocimiento universal adquirido y utilizado para la posteridad. Por ejemplo, la materia atómica tiene su propia "genética" organizacional, que nunca deja de evolucionar. Entonces, aunque parece que todo se deteriora, eso es solo desde la perspectiva racional, pero en realidad la organización va cambiando de perspectiva, desde lo muy grande hacia lo más pequeño y particular, añadiendo además mayor complejidad y sensibilidad.

 

En resumen, en el transcurso de la historia de cualquier sistema, sus componentes van de un estado organizado a otro desorganizado y disperso en el plano físico, en donde cada parte cuenta cada vez con menos energía disponible. Esta es la entropía termodinámica, y es la tendencia universal, que determina el transcurso del tiempo, hacia un irremediable final físico. Pero, también se puede considerar que el sistema ha crecido en complejidad y tamaño, y debido a eso le toca menos energía a cada parte.

 

En la termodinámica se estudian sistemas de partículas, cuyos estados de posición y velocidad tienen una cierta distribución de probabilidad, pudiendo ocupar varios micro-estados posibles. En un sistema cerrado, la interacción entre las partículas tiende a aumentar su dispersión, afectando sus posiciones y sus velocidades, lo que causa que la entropía de la distribución aumente con el tiempo, hasta llegar a un punto máximo final. Pero el Universo, al igual que todos los sistemas vivos, son sistemas abiertos en los que la organización y autorregulación son evidentes, lo que mantiene a la entropía en un nivel muy bajo constantemente. Pero, el envejecimiento del Universo significa no solo la homogenización de las energías, sino también el agotamiento de los atractores, conforme se acerca su meta final.

 

Como podemos ver, la entropía y la probabilidad nos llevarían irremediablemente a un estado fatalista, que de ser las únicas leyes, jamás se hubieran formado las organizaciones, y entre ellos los seres vivos. En realidad, el organismo vivo evoluciona en sentido contrario a la entropía y en oposición a la ley de probabilidades inicial. En la pregunta: ¿Cómo es posible que existan organizaciones de elementos, como las estrellas y planetas, y aun seres vivos si las leyes físicas conocidas no lo permitían? La respuesta es que existen otras tendencias o mecanismos de mayor jerarquía, que favorecen lo aparentemente improbable. Estos mecanismos ocultos son dos, que al parecer pueden explicarse como uno solo: la tendencia organizativa y la predeterminación base, las cuales la ciencia no las puede explicar ni sabe de dónde provienen. La tendencia organizativa predetermina el estado inicial del Universo, pero solo en lo general, dejando abierta la oportunidad para lo específico y particular, que puede ser único e irrepetible, como el arte. Y lo hace porque utiliza la ley de probabilidades y el aumento de entropía general como herramientas para alcanzar su objetivo de aumento constante de la complejidad. Además, la pauta organizativa no se desvirtúa y se conserva siempre, debido a los atractores y a la acumulación de la información. Hay hechos que apoyan plenamente estas declaraciones, pero resaltaremos solo tres, que citamos a continuación.

 

El primero, algo que ya citamos anteriormente: toda estructura física, incluso los átomos, poseen internamente mucha más energía de la que es estrictamente necesaria para conservar su estructura y su desempeño, cualquiera que estos sean. Y ese exceso de energía con el tiempo da oportunidad de que ocurran cosas muy poco probables. Esto ocurre entre los seres vivos, que se vuelven curiosos por naturaleza. Y algo semejante pasa entre las cosas inanimadas, porque aun las sustancias químicas o el agua exhiben características "vivas", como el comportamiento metálico, el crecimiento de los cristales o las sorprendentes propiedades del agua. Y estas energías al interactuar provocan que los sistemas se modifiquen con el tiempo hacia formas que se consideraban improbables. Y esto es más sorprendente entre mayor sea el nivel de complejidad del sistema u organismo estudiado.

 

Un segundo hecho importante es que existen mecanismos de retroalimentación en todo sistema, que regulan a sus elementos, aunque a nosotros nos parezca que todas las cosas en el Universo están separadas y sin relación. Lo que percibimos de la realidad con nuestros cinco sentidos son solo apariencias, y es algo que la ciencia ya ha probado reiteradamente. A primera vista, pareciera que el causante de la organización en los sistemas vivos es la molécula de ADN, responsable del código genético y de la herencia a los hijos. Pero, ¿qué hay de las organizaciones a nivel atómico y subatómico, aquellas que permitieron la formación de los elementos, desde el hidrógeno hasta el plomo? ¿Y qué hay de la permanencia de las leyes que rigen la estructura del átomo, cualquiera que sea? Es obvio que la ciencia está pasando por alto algo muy fundamental, que permite la formación de sistemas no vivos y su conservación, a pesar de la baja probabilidad y de la creciente entropía que siempre han existido. Si todo está relacionado con todo, tenemos que admitir la presencia de una organización global del Universo con toda su materia visible e invisible, con mecanismos que mantienen el Todo siempre saludable, a pesar de las vicisitudes. Y existen varios tipos de retroalimentación en la Naturaleza y son los siguientes:

1- La regulación entre los elementos que intervienen en un sistema se mantienen unos a otros, porque las funciones de cada uno sirven para apoyar la existencia de los otros y hacerlos necesarios al sistema en su desarrollo, pero al mismo tiempo controla su número. Por ejemplo, la población de conejos apoya la existencia de los lobos y viceversa, porque sin lobos los conejos se multiplicarían tanto, que se acabarían toda la comida vegetal, y luego morirían de hambre. Los lobos también sufrirían si se multiplican en exceso.

2- Un segundo tipo regulatorio se refiere al desarrollo del sistema. A lo largo de su historia, se van presentando situaciones únicas, que hacen cambiar al sistema hacia alguna nueva forma de organización. Los cambios que va sufriendo el sistema le hacen aumentar en complejidad y fortalecer sus mecanismos de control. Esta forma de evolucionar permite que se acumule nueva información constantemente, a lo largo de millones de años, probándose y fortaleciéndose así misma a cada paso.

3- Todo está relacionado con todo. En el Universo no hay nada que esté separado de lo demás. Por el contrario, toda partícula física está profundamente entreverada con las causalidades de las otras partículas, afectándose e influenciándose mutuamente. Y además, la transmisión de la información hacia cualquier lado es instantánea, sin importar la distancia a la que lleguen a estar las partículas. Esto parece algo increíble, pero sin embargo se ha probado científicamente, desde que Einstein y otros investigadores lo descubrieron, y lo llamaron la paradoja EPR.

 

Y un tercer hecho que habla de la tendencia organizativa es que se manifiesta con fuerza aun en los momentos más caóticos y destructivos en la historia de un sistema. Nos han acostumbrado a creer que ciertas cosas son imposibles de volverse realidad, y además la experiencia refuerza la idea que hay ciertas situaciones que no pueden ocurrir. Por ejemplo, todos tenemos como imposible que un niño de cinco años aprenda álgebra, que el hombre primitivo haya aprendido a volar, que el sistema económico mundial sea un éxito rotundo, que en el Mundo no habrá pobres algún día... Pero, ¿son realmente imposibles estas utopías, solo porque nuestra lógica las niega? Todo sistema en su organización lucha contra el aumento de la entropía y contra la improbabilidad de su sobrevivencia y a favor del cumplimiento de sus necesidades y metas. Y estas luchas hacen que en determinados momentos de su historia el sistema se vea envuelto en conflictos caóticos. Y llega un punto en que los conflictos mismos entran en crisis, cuando se alcanza una masa crítica, que llamamos un punto crítico en la historia. Entonces, la desorganización misma favorece que la tendencia organizativa natural alcance una nueva forma de orden bajo una nueva lógica, la cual se impone en seguida. Este estado paradójico permite al sistema hacerse cada vez más fuerte y resistente, y evolucionar hacia formas más estables y complejas. Y es cuando de repente lo imposible se vuelve posible y las condiciones cambian radicalmente. Esta explicación está basada en la teoría del caos, de cómo toda organización es guiada en su evolución por un atractor en turno.

 

En un sistema simple, por ejemplo, en el movimiento de péndulos, existe un atractor que guía las bolas hacia su centro de gravedad. En sistemas abiertos más complejos, como la sociedad humana, este fenómeno no es tan fácil de visualizar. Existen, por ejemplo, diversas fuentes que introducen alta variación en la generación de nuevos seres humanos. La variabilidad genética, que permite que ningún ser humano sea igual al otro, se genera primero por mutaciones genéticas al azar. Pero, ya sea por particularidades del medio ambiente local o por la casualidad del encuentro sexual de un determinado esperma y óvulo, siempre hay ocasión de sesgos en la probabilidad de que nazca determinado ser humano y no otro, y que sus genes permanezcan en la población o sean eliminados. La teoría de la evolución llama Selección Natural al efecto de ceder gran parte del azar a una escogencia sesgada de los tipos genéticos que sobrevivirán en las siguientes generaciones. Esas particularidades se producen todo el tiempo. Pero no es fácil hacer seguimiento científico para determinar que no es el azar el que guía los destinos, sino los atractores en turno.

 

¿Qué pasó con los dinosaurios? Tuvieron una existencia de muchos millones de años, con pocos cambios durante todo ese tiempo tan increíblemente largo. Pero, de improviso desaparecieron en el transcurso de unos meses o pocos años, porque debido a un evento cósmico imprevisto, el hilo de acontecimientos universales cambió totalmente el clima y alcanzó un punto crítico, luego lo que parecía inconcebible ocurrió. Es necesario decir que van ocurriendo pequeños cambios que podemos considerar más o menos probables, que siguen una misma línea lógica de acontecimientos. Hasta que llega un momento en que se alcanza una masa crítica que produce de repente un gran cambio, que hará posible el "gran milagro", como la aparición de un planeta Tierra con vida en ella, que surgirá en medio de un ambiente venenoso e inestable. Así, lo imposible se va haciendo cada vez más probable, hasta hacerse inminente.

 

El hombre lo ha experimentado multitud de veces. Los científicos del siglo XIX estaban seguros de que era imposible que volara algo que fuera más pesado que el aire. Cada producto de la tecnología fue un “imposible” antes de que llegara su tiempo. El ser humano, por ser un ente consciente, tiene la capacidad de transformar las “reglas del juego” de la Naturaleza de modo más rápido y más eficiente que los mecanismos naturales. Cuando algo que parecía absurdo se vuelve posible, la mente lo acepta y entonces modifica sus esquemas mentales con gran plasticidad.

 

Podemos contribuir a hacer realidad los milagros más significativos, y entender entonces que Dios le entregó la Creación al hombre, para que la administrara y la hiciera evolucionar hacia la perfección, bajo su dirección (Génesis 1:28-30). En otras palabras, la predeterminación de Dios en la Creación la limita solo a unas cuantas leyes generales de estructuración material y a unas pocas leyes de comportamiento obligado, y le ha concedido al hombre libertad para detallar el resto. Le dejó a su libre albedrío una buena porción de indeterminación y azar, para que expresara su voluntad, guiándose sólo por lo que ya había sido determinado.

 

Ha sido definitiva la obra del hombre en la historia, aunque ha cometido miles de errores, por no escuchar a la sabia "voz" interior, sino a su ego. Escuchar lo que nos dice el consejo intuitivo que estalla en nuestro corazón, es la mejor decisión si nos hemos perdido en el Laberinto de la Vida. Pero para escucharla, debemos estar preparados adecuadamente. La verdadera intuición es el único lazo que nos une psíquicamente con el Universo y con el espíritu divino. Por eso, aunque no comprendamos su lógica, aunque nos parezca muy extraña, ella sabe infinitamente más que nosotros. Aprendamos a conocerla, porque a veces, sus consejos pueden parecernos contrarios a los nuestros, y estamos empeñados en algo que puede no ser tan conveniente. No nos dejemos arrastrar solo por las apariencias.

 

¿Debemos pensar que la indeterminación que permite un buen grado de azar en los sucesos es en realidad inútil o contraproducente para la evolución y sobrevivencia de los sistemas? ¿Entonces, son malos el azar y los procesos caóticos para el Universo? Por supuesto que no, por el contrario, el azar tiene un papel muy importante en la realidad, porque extiende una buena dosis de libertad en manos de la humanidad. ¿Debemos pensar que la predeterminación es lo que generalmente ocurre, y que la libertad es sólo una falacia? Aquí la respuesta puede ser sí o no, porque la respuesta no es absoluta. La predeterminación existe solamente para las líneas generales de la historia, sin detalles. Los detalles y el cambio futuro dependerán de lo que hagamos o dejemos de hacer todos los días. Los hechos universales ya predeterminados son, por ejemplo, las leyes de la física, la aparición de la vida en la Tierra, con sus insectos, aves y demás animales, el lugar y la situación en que nos tocó nacer y el hecho de que moriremos en algún momento. Pero, los detalles de esa vida no están determinados previamente. Dependen de las acciones de cada uno de los seres, que irán definiendo el ambiente natural y social, y esto indicará después qué seres y qué acciones van a necesitarse para continuar el camino marcado por los atractores. Es ahí donde el azar y la voluntad de otros seres nos impactan.

 

El Universo se desenvuelve como un fractal holográfico, que sigue diversas fórmulas, de acuerdo a los atractores, y las tendencias causales que siguen los seres moldean los esquemas hasta su mínimo detalle. Es como cuando vemos pasar las nubes o las estrellas, y en ellas vemos evocadas diversas figuras e imágenes, según la imaginación y el deseo interno de cada quien. En efecto: nuestra voluntad y deseos particulares pueden dirigir nuestra vida, a veces de manera inconsciente, aunque las cosas quizá no nos salgan del todo como esperamos, porque también los deseos de los demás tienen impacto sobre nuestra realidad.

 

Pero, volvamos a las metas que los seres siguen sin parar. ¿De dónde vienen los atractores o cómo surgen? En realidad, nadie lo sabe. Pero en el Paradigma Paradójico se describen como parte del mecanismo de regulación del Multiverso, y entonces surgen como respuesta a necesidades de la comunidad de Universos, en forma de metas a cumplir, y para eso crea seres, para que cumplan esos objetivos, a través de cadenas largas de causalidades. Es un proceso que nunca termina, porque constantemente se están alcanzando atractores y están surgiendo otros nuevos.

 

Toda la materia existente, correspondiente a infinidad de universos, es mantenida por el nivel pre-material que le dio origen, que hemos llamado Mente Cósmica, la fuente organizativa y regulatoria de más alto rango. En ella reside toda la información y experiencia, y de ella proceden todas las órdenes de acción, generadas como arcos reflejos, para mantener la homeóstasis total. Por eso podemos concluir que no somos producto de la casualidad ni de efectos al azar, sino de necesidades compartidas universalmente. Somos parte de aquello indispensable para mantener al Universo en el progreso estable requerido. La lógica de esta filosofía la vemos reflejada en el siguiente verso:

 

Soy una gota del vasto océano,

que momentáneamente se separó,

de la misma naturaleza que el océano,

y al regresar a él parece que desaparezco,

pero las ondas que provoqué no se detendrán

hasta abarcar toda la inmensa vastedad,

y las ondulaciones volverán en rebote hasta su origen,

mostrando al final donde estuve y lo que fui,

y mi existencia será reiterada infinitamente.

 

Nuestra actividad tendrá algún día la recompensa que merecemos, en la justa medida, cumplamos o no nuestro objetivo secreto, marcado por la Mente Cósmica. Al morir y regresar el espíritu al "océano" primordial, nuestra esencia permanecerá, porque nuestras acciones hablarán por nosotros para siempre, ya que habrán provocado un efecto mariposa o efecto dominó hasta el infinito. Y la información no desaparece jamás. Pero, lo que nos tocará recibir "en rebote" dependerá de la intencionalidad que tuvimos y la clase de acciones que realizamos en vida.

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