top of page

 

 

II. Creación y Eternidad

 

           

  • ¿Ha existido siempre la materia o fue creada en algún momento?

  • ¿Se creó todo a partir de la Nada?

  • ¿Es posible alcanzar puntos de acuerdo, entre los supuestos científicos y las creencias religiosas?

  • ¿Es posible que la física actual pueda desentrañar el origen primordial de la materia y el Universo?

  • ¿Tendrá la ciencia alguna vez la última palabra sobre los secretos de la Creación?

  • Si hubo un principio del Universo, ¿habrá entonces un final? Y si es así, ¿En dónde queda la Eternidad?

 

Lo que explicamos en este libro es solo lo más relevante de una muy vasta investigación. Si quiere conocer todas las bases sobre las que se apoya este paradigma con todas sus teorías, recurra al libro El Paradigma Paradójico o La Historia del Ser, donde se ofrecen, además, artículos aplicativos de esta línea holística. Le recomendamos revisar los conceptos anotados al final de este libro, en la sección de glosario de términos, pues son fundamentales para una mejor comprensión; para este capítulo son importantes los términos infinito, eternidad y Multiverso.

 

Uno de los temas polémicos entre teología y ciencia ha sido desde siempre la Creación. Se discute que las cosas no pudieron haber surgido de la Nada, porque es como suponer que las matemáticas se equivocan cuando dice que del solo cero no puede surgir ninguna cantidad. Las matemáticas son el lenguaje de Dios: exacto, justo y confiable por siempre. Si de un lado de una ecuación encontramos un cero, del otro lado de la igualdad debe haber cantidades diferentes al cero, que en la operación se anulen y resulten en cero. Quiere decir que el cero justifica su existencia solo en contraste con alguna cantidad y alguna operación en compensación. Entonces, la Nada existe solo con respecto a algo, que debe existir en algún lado o de algún modo. El existir se define con alguna acción. Los opuestos se justifican uno al otro solo si existen ambos en la ecuación de manera equilibrada.

 

Observemos que ni la religión ni la ciencia apoyan la idea de la Creación a partir de la Nada absoluta. En Génesis no dice en ningún lado que Dios haya creado a partir de la Nada. Y en Juan 1:1 dice claramente: "En el principio era el Verbo..., y el Verbo era Dios." Esta es la verdad: la primera palabra o lenguaje es pronunciado por Dios. Las palabras aquí, cuando no existía la materia, son las vibraciones o perturbaciones originales que organizaron todo. Por eso es que, tanto la ciencia como la tradición antigua nos dicen que no se puede producir ninguna cosa a partir de la Nada absoluta, la cual por definición es la inexistencia misma. Y es precisamente, el hecho de que la Nada Absoluta es inexistente lo que aclara que en los orígenes de Todo, algo inmaterial ya existía, y ese algo era Dios, el Espíritu Eterno, lo inexplicable para la lógica humana, como ya lo muestra las matemáticas de conjuntos infinitos.

 

Lo que existía momentos antes del Big Bang no puede explicarlo la ciencia, porque ellos mismos reconocen que debió tratarse de una existencia tan diferente, que seguramente tenía otras leyes. Debió ser algo más simple y elemental que la física de partículas, algo constituido de una pre-materia, cuando el espacio-tiempo no era una barrera, y toda la realidad tenía sólo dos dimensiones. Nos acercamos a las fronteras de lo eterno y lo ubicuo (la propiedad de encontrarse en todas partes al mismo tiempo). Todas las leyes de la física conocida desaparecen a este nivel, pero algo que ya existía fue la estructura de conjuntos infinitos, según las matemáticas de Gregor Cantor, ilustre matemático que dio a conocer la teoría de conjuntos. Aunque en ese nivel primordial no había una clara diferencia entre individualidad y multiplicidad, persistían la organización jerárquica, el Yo, el concepto de consciencia, el inconsciente y la capacidad de percepción limitada por las jerarquías organizadas. Es necesario entender las matemáticas del infinito para poder descubrir muchas de las características del nivel pre-material. Explicaremos un poco de esta teoría más adelante, en el capítulo IV.

 

Debemos asumir que la materia no siempre ha existido como tal. En algún momento fue creada o se diferenció a partir de algo más simple, que escapa a la capacidad científica. Pero, si no había nada perceptible al principio, ¿qué podía haber existido? La ciencia astronómica y la física ya han descubierto algo intrigante, que se parece a este acertijo: algo indetectable llamado la energía oscura, que no interactúa directamente con la materia conocida, y no se sabe qué es ni de qué está hecha, lo único que se sabe es que está provocando que el Universo se expanda cada vez más rápido. Esto refuerza la idea de que la materia surgió de una sustancia inmaterial, de la que desconocemos su naturaleza.

 

Siguiendo con lo que nos dice el Evangelio de Juan, en 1:4 dice: "...era la Vida, y la vida era la luz de los hombres", es decir, una "luz" dio sentido y orden a todo, para que pudiera haber un comienzo. Por eso, "al principio la tierra estaba desordenada y vacía" (Génesis 1:2), porque al inicio no había orden en ningún sentido, y eso le daba la característica de estar vacía. Aquí se encierra un concepto fundamental: si no hay orden de algún tipo, entonces no hay contenido, y lo conocemos como "vacío". En otras palabras, el término vacío, que es lo que en matemáticas conocemos como el cero, debe entenderse como un contenido sin objetivos ni tendencias de ningún tipo, lo que lo convierte en un galimatías o "ruido basura". Este es el verdadero concepto de lo que debemos entender por la Nada. En cambio, deberíamos entender por Algo a la comparación entre lo que se es en un momento dado, y lo que se quiere llegar a ser, es decir, con algún objetivo o meta en perspectiva. Así, la Nada solo puede ser relativa a algo. Como lo dice la teoría del caos, todo atractor implica un objetivo y una meta a alcanzar.

 

Este descubrimiento también contiene una lección para nuestra vida: si no tenemos un objetivo o meta por alcanzar, con una perspectiva por cumplir, entonces no hay orden ni razón de ser. La verdadera Nada es sólo un modo de existir nulo o sin orientación. Implica que la vida es un deseo-búsqueda para el cumplimiento de algo. Es diferente existir que vivir. Este concepto de vida trasciende al concepto biológico, que solo se aplica al cuerpo físico, pero nosotros tenemos espíritu también. En la vida real nada existe sin motivo, pues todo lo que existe es para y por algo. Hay intencionalidad en todo lo visible y lo invisible, en lo vivo y en lo inanimado, aunque no nos demos cuenta de ello. La Creación no es ociosa en ningún sentido. Por eso, todos sentimos una ilusión o deseo central o principal. Y ese deseo implícito con el que nacemos nos "habla" secretamente desde el interior de nuestras mentes, para que hagamos algo determinado, y dediquemos nuestras capacidades para desarrollarlo, puesto que será de algún beneficio para el mundo. El problema está en que actualmente la gente ha perdido el verdadero sentido de la vida, pues lo sustituye por un deseo irreflexivo de alcanzar bienes materiales y comodidades, porque ha dejado de hacer caso a la “voz” intuitiva del espíritu.

 

Entonces, la vida humana implica consciencia de lo que se es y lo que se hace. En cambio, existir sólo implica permanecer, sin importar ninguna perspectiva. Vivir es ir en pos de lo que nuestro atractor nos pide, y después superarlo, hacia la perfección, porque la consciencia lleva al ser hacia la intencionalidad, la cual se extiende indefinidamente, más allá de la meta del atractor en turno, porque continua después con otros atractores más especializados, dirigidos todos bajo cierta intencionalidad, a la cual le llamamos voluntad o fuerza interior. Esa voz secreta es la fuerza organizativa que nos impulsa cada día, es el "llamado" del Súper-sistema o Multiverso, cuyos mecanismos homeostáticos generan en nosotros esos impulsos secretos de acción. Hemos explicado el término Multiverso en la sección del glosario.

 

Entonces, la intencionalidad de la vida implica que el "lenguaje matemático" a que nos referíamos, no puede desempeñarse solo, sino que requiere de un código de procedimiento que lo guíe a través del proceso creativo; ambas cosas deben ser inseparables. Es como decir que las letras y las palabras carecen de sentido si no entendemos las reglas del lenguaje. Este orden o código oculto en la estructura de la materia es lo que aun la ciencia no ha podido reconocer. La existencia y la vida están basadas en unas cuantas ecuaciones, que al ensamblarse de forma congruente, producen mágicamente todos los fenómenos de la realidad, y describen las formas y los seres que se producen por evolución. No conocemos cuáles son tales ecuaciones que describirían la Teoría del Todo, y cuál es su procedimiento, pero podemos indicar sus propiedades principales, que fundamentan a los sistemas materiales, basados en las matemáticas de conjuntos infinitos:

 

  1. En primer lugar, estas ecuaciones deben describir vibraciones geodésicas de un Algo inmaterial, que en su desenvolvimiento genera bloques de repetición con diferenciación posterior, como las imágenes generadas por espejos, siguiendo ritmos fractales semejantes a los de la música, que en esoterismo llaman "la Música de las Esferas", y nosotros llamamos el "Himno de la Vida" o "la Balada de la Creación"... Por esa razón, el tejido del Universo es descrito como una red o tejido espacio-temporal fractal y holográfico en movimiento y progreso diferencial por unidad. Nuevas copias de secuencias vibrantes se producen por reverberación y resonancia, y las secuencias causales producen su posterior modificación particular y se diferencian del resto. Existen ya teorías a partir de la física cuántica, que expresan estas ideas.

  2. Para que estas ecuaciones den oportunidad a que todo se produzca, deben dar enormes rodeos matemáticos factorizables entre el cero y el infinito, en forma de bucles (loops) de operaciones largas y cíclicas evolutivas, para dar ocasión de que se deriven más y más funciones, al añadirse paulatinamente nueva información de eventos que se van produciendo, de manera semejante a como lo hacen las cadenas de ADN con la información genética, primero redundante y luego diferenciada. Se introducen así nuevos tramos para la consolidación de sistemas, para dar oportunidad a su desarrollo, basado en los conflictos, desacuerdos y casualidades entre las partes, que provocarán el surgimiento de revoluciones y cambios necesarios para favorecer nuevos niveles de desarrollo, cada vez más complejos y estables.

  3. Hay una fórmula que establece la formación de sistemas jerárquicamente incluyentes, a través de un proceso dialéctico, que sigue la teoría del caos, haciendo que la historia sea en ciclos en espiral, para el aumento de la complejidad constante, con cambios irrepetibles, que es a lo que llamamos Espiral Psicohistórica. Sigue las matemáticas de conjuntos infinitos y del infinito de infinitos. Además, la teoría del caos nos explica que cada sistema debe seguir al menos un atractor, que es el que lo mantiene en movimiento y cambio hacia determinada línea de progreso.

Estas tres vertientes no están separadas, sino que forman parte de una misma realidad. Vamos a analizar el asunto con más profundidad. Las vibraciones inmateriales a las que nos hemos referido, que son el origen y mantenimiento del movimiento en el Universo, pueden describirse como curvas geodésicas que hacen circunvoluciones entre sí, pero no contienen materia ni energía de ningún tipo, y se mueven en una dimensión sin espacio ni tiempo. Esta es la base característica del espíritu, que lleva a la formación de materia y de energía en forma de partículas y átomos. Las vibraciones inmateriales siguen propósitos o atractores iniciales, los cuales son generados por las virtudes del espíritu, que son el principal efecto de las vibraciones sin materia. Estas vibraciones son una masa capaz de moldear la materia ante los deseos de la mente preparada, y puede ser manejada por la colectividad infinita. Siguiendo las reglas matemáticas de conjuntos infinita, todas estas vibraciones se presentan en la unidad mínima y simultáneamente extendidas a todo el Universo, porque en este nivel de la realidad no existe la barrera del espacio-tiempo y en él la diferencia entre individuos es mínima; esto ocurre en el Efecto Infinito. Para el Multiverso todos los propósitos o atractores son de vital importancia reguladora, no hay ninguna de menor importancia. La declaración teológica a este respecto es que todos somos iguales ante los ojos de Dios y todo tiene algún propósito.

 

Las vibraciones sin materia siempre permanecen. Su origen es anterior al Big Bang, pero al igual que las jerarquías físicas, una vez que se definieron en este Universo, han permanecido y evolucionado junto con todos los demás niveles jerárquicos posteriores, desde las partículas sub-atómicas hasta los organismos multicelulares como nosotros, aumentando y dirigiendo la complejidad del Universo y sus manifestaciones.

 

El Multiverso funciona como un inmenso organismo, porque es regulado y controlado por toda necesidad de sus universos, por un macro-mecanismo homeostático que llamamos Mente Cósmica o la Mente de Dios, que es infinitamente más compleja que nuestro cerebro particular, porque percibe todo de manera directa y clara. Las necesidades de los universos enmarcan el mantenimiento y desarrollo del súper-sistema, que abarca todo lo que existe, todos los Universos en cualquier época y lugar. Cada parte, aun las más pequeñas e insignificantes, son muy importantes porque todos los seres están enlazados a este sistema homeostático para mantener sus vidas en justo control, puesto que cualquier desequilibrio pondría en peligro el sostenimiento de todo el Multiverso. Esta fuerza regulatoria entre todos los universos se basa en un mecanismo de transmisión instantánea de información, que hemos denominado Resonancia Eterna. Esta resonancia es la resultante de todas las acciones de todos los universos, que se reproduce como conocimientos hacia todas partes, y funciona como un código para generar y crear nuevos atractores y nuevos universos, que respondan a las necesidades que el Multiverso va requiriendo; así se mantiene actualizado y vigente de manera permanente.

 

 

La Mente Cósmica es el "órgano" no materialista y la Resonancia Eterna es el funcionamiento de esa mente. Y esta función es superior a la racionalidad humana, porque trasciende las limitaciones del espacio-tiempo. No es una mente de tipo racional, sino regulatoria, que mantiene justo equilibrio entre las partes. Éste es el código directivo para el lenguaje matemático a que nos referíamos antes, y es necesario para que las Ecuaciones del Todo funcionen debidamente y con sentido. En la Resonancia Eterna está incluido lo que la teología conoce como Espíritu Santo, porque contiene el resultado de todos los pensamientos de Dios aplicados a su Creación, que se traducirán en acciones. La naturaleza de esta fuerza primaria sin materia, genera conjuntos de variantes vibrantes que se transmiten instantáneamente a cualquier lugar, siguiendo el ritmo del Himno de la Vida, la Música de las Esferas, que se manifiesta desde el más ínfimo espacio cuántico y al mismo tiempo en el Cosmos entero.

 

La comparación de estas vibraciones sin materia con la música se debe a las siete notas de la escala musical, o también a los siete colores del arco iris. Esto establece una clara conexión con el arte y las expresiones humanistas. Por eso, el Espíritu divino es fuente de inspiración artística. Aunque, se habla de siete notas musicales y de siete colores básicos, en realidad estas escalas pueden descomponerse en un infinito de tonalidades, igual que las expresiones del espíritu. Todo proviene de un conjunto de vibraciones espiritual-mental que pueden descomponerse en mil virtudes, pero las podemos dividir en siete valores universales básicos, entre los que están el amor, la sabiduría, la ética, la estética y otras semejantes, y todas ellas producen los mecanismos regulatorios del Multiverso en toda su complejidad. La Resonancia Eterna fue la primera información que existió, antes de que apareciera la materia del primer universo que la contuvo, y fue la que activó al espíritu para que formara la materia. Es la fuente de vida eterna, explicado por el funcionamiento de la Resonancia Eterna, siempre adaptable a las condiciones y necesidades de sus criaturas, pero sin abandonar jamás sus virtudes.

 

Pero, esta resonancia contiene también la Información Residual, que es la resultante de universos actuales y antiguos ya desaparecidos, y representa la experiencia acumulada de todos los seres que han vivido, ya convertida en conocimiento universal. La información va en aumento constante y nunca se pierde, según nos ha mostrado la ciencia.

 

A primera vista, a mucha gente le parece que la ciencia y la teología forman parte de realidades diferentes, que irremediablemente jamás podrán juntarse. Pero, después de analizar todo lo que hemos explicado, se abre un camino de esperanza hacia el conocimiento de la Verdad Absoluta, única y total, y podemos estar seguros de que existe por arriba y a pesar de nuestras limitaciones.

 

Podemos añadir que la teoría del Big Bang no está plenamente probada, de acuerdo a los estándares científicos actuales, puesto que para probarlo se tendrían que alcanzar temperaturas altísimas, que solo existieron en los inicios del Universo. Significa que, la ciencia se vale también de un principio de fe e intuición, aunque basados en fundamentos teóricos sólidos. La "voz" interna habla al científico lo que debe indagar. Pero ahora, ya no solo debe confiar en el experimento, sino en la palabra de las matemáticas y la filosofía bien encausadas. Hay formas indirectas de probar lo que no se puede ver, a través de evidencias.

 

En otras palabras, la ciencia ya ha traspuesto los límites clásicos que le habían caracterizado desde el principio. Ahora tiene que encarar la gran verdad: el método científico experimental es muy útil, pero tiene grandes limitaciones. El científico debe aceptar este hecho si quiere seguir avanzando en el descubrimiento. Ya se han levantado voces en la comunidad científica, sobre el hecho de que ciencia y fe deben marchar juntas hacia el futuro. En cambio, los teólogos son todavía demasiado ignorantes sobre la ciencia para poder incursionar en sus terrenos. Y lamentablemente, muchos de ellos son más ignorantes que los apóstoles del siglo I. Tenemos evidencias que algunos de los seguidores de Jesús eran versados en ciencia antigua y conocían la simbología de la cábala hasta un nivel muy vasto. Los textos de la Biblia lo atestiguan. Y el interpretar las Escrituras de manera literal sin otra consideración, como se acostumbra actualmente, solo señala ignorancia.

 

Sin embargo, actualmente el conocimiento y la información viajan instantáneamente por todo el mundo por medios electrónicos. Estamos en una época en que ya no es posible tolerar estos vacíos intelectuales tan grandes. En lo futuro los religiosos tendrán que esforzarse en estudiar lo que ignoran, o caer en el descrédito total. Y tal cosa no puede ocurrir, porque las presiones sociales abarcan ambos campos, y se requieren ciencia y teología como los dos pies que el siglo XXI necesita para avanzar hacia un progreso sano y equilibrado.

 

Ciertos campos del conocimiento humano han trabajado intensamente sobre lo más fundamental de la realidad: la psicología, la parasicología, la teología y las artes, como lo es el estudio de la mente y el espíritu. Actualmente se tiene mucha información de todo tipo, el problema es que se halla dispersa y revuelta con información equivocada o inservible. Afortunadamente, es un hecho consumado que desde el siglo XX, la ciencia se ha vuelto holística y ha comenzado a invadir terrenos teológicos, pero la mayoría de la gente no tiene todavía plena consciencia de esto. De hecho, el descubrimiento científico y la invención tecnológica empiezan primero con una buena dosis de intuición, imaginación y fe, que luego deben fundamentarse y amalgamarse con una buena teoría, basada en hechos reales. Es decir, primero se cree con fe y luego se aplica lo que se cree, y si resulta verdadero se busca su fundamento o explicación. El ingenio del hombre no tiene límites en ese sentido, aunque debe avanzar por etapas progresivas.

 

Si logramos encontrar la coherencia entre los diferentes paradigmas del conocimiento, podremos delinear los hechos faltantes de la explicación de cómo se formó todo, y eso nos llevará a detallar finalmente las ecuaciones del Todo, y hasta podremos deducir la justa interpretación del Génesis bíblico. Anotamos nuestros descubrimientos principales en el capítulo VII. De hecho, la ciencia ya puede apoyar en la interpretación de los pasajes más oscuros de la Biblia, porque los símbolos y parábolas encierran verdades que no pudieron ser entendidas completamente por las gentes sencillas de los tiempos primitivos, cuando se escribieron estos libros. Lo único que puede frenar los avances del futuro es el fanatismo. Si nos apegamos a una idea rígidamente, ya sea religiosa, científica o filosófica, jamás lograremos alcanzar la gran síntesis. En ese sentido, el fanático científico como el religioso no verán nunca la magia creativa de la naturaleza. Ni la física ni la teología solas y aisladas tendrán la respuesta completa sobre el Ser, porque la Verdad Absoluta rebasa las capacidades sectorizadas y parciales.

 

Si ciencia y teología se fusionan exitosamente, podremos entender que la moralidad y los más grandes valores o virtudes deben ser vistos como parte de procesos físicos universales y eternos, y le darán una nueva visión a las matemáticas, la filosofía, la psicología, la teología y la moral. Las matemáticas deben dejar de ser una ciencia árida y sin significado directo a la vida y al comportamiento humano. Y por otro lado, la teología debe dejar de basarse solamente en dogmas, descritos o no en la Biblia, porque deben ser apoyados o rechazados por la realidad y por la investigación participativa, con la iluminación de la experiencia y la sabiduría. Así que, existen otras formas de llegar a la Verdad Auténtica, cuando no puede ser aplicado el método experimental. Los estados alterados de la consciencia nos pueden acercar a la híper-percepción de la realidad, la percepción más allá del cuerpo físico. Aun hay mucho por hacer, pero sigamos los pasos indicados: primero imaginación, intuición y fe, luego comprobar en la realidad, en seguida buscar la explicación y entender los mecanismos, y finalmente producir tecnología. Las presentes teorías, pertenecientes al Paradigma Paradójico están en el segundo paso, pues tenemos ya teorías bien formuladas, algunas ya probadas, pero falta probarlas todas y delimitarlas bien.

 

Concluimos que la ciencia y la teología no solo pueden, sino que deben unir sus esfuerzos para alcanzar la verdad integral, pero se necesita mayor preparación. El estudio de la materia solo abarca parte de la realidad. Existen al menos otras dos realidades, anteriores a la materia, que la ciencia ha omitido hasta hoy, pero forman parte de la humanidad y su naturaleza. Nos referimos al alma y el espíritu. Solo uniendo la explicación integral de cuerpo, alma y espíritu podremos llegar algún día a la síntesis total.

 

bottom of page