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VI- Libertad o Esclavitud: Grados de Libertad en la Ecuación

 

 

 

  • ¿Poseemos realmente libre albedrío o somos víctimas y esclavos del destino?

  • ¿Nuestros actos pueden modificar las condiciones del mundo a largo plazo, o generalmente son indiferentes en ese sentido?

  • ¿Existe una ley moral natural de comportamiento que deberíamos seguir, o no existe tal cosa y por lo tanto, podemos elegir      nuestra propia moral? 

  • ¿Qué futuro nos espera? Se ha hablado mucho de avances tecnológicos increíbles, pero también de grandes catástrofes. En    verdad, ¿cómo será el mundo dentro de 50, 100 o 200 años?

 

 

Le recomendamos revisar primero la información sobre las cuerdas cuánticas y la paradoja EPR, el efecto mariposa y los estados alterados de conciencia, anotadas en el glosario, para una mejor comprensión. Toda la historia se debate en el contrasentido a que se refiere este capítulo, siguiendo movimientos dialécticos. ¿Los fenómenos naturales estaban predeterminados desde el principio de los tiempos por una mente invisible y eterna o se van definiendo poco a poco, conforme las tendencias van dictando los cambios en las cadenas de causa-efecto, aumentando o disminuyendo con ello la probabilidad de que ocurran determinados eventos? Muchos han creído que somos víctimas de "fuerzas históricas", determinadas por sistemas socioculturales y por la Naturaleza misma, y nos percibimos como libres sólo porque la causalidad no es aplicada a la experiencia inmediata. Pero por otro lado, se sostiene que el ser humano debe ejercer su libertad y libre albedrío. En torno a este dilema, las discusiones han sido inacabables en todos los campos de la ciencia y la filosofía. Pero la respuesta definitiva no está en concluir a favor o en contra del libre albedrío o la predeterminación. Ninguna de las dos posiciones es falsa verdaderamente, sino que son relativas. La verdad es que el sentido en que se establezca esta dualidad depende en gran parte de nosotros mismos y de nuestra actitud ante la vida. Podemos tener bastante libertad, poca o ser esclavos del destino.

 

La predeterminación es una suposición muy común, que nos refiere que todo individuo tiene determinado su destino desde antes que nazca, sobre lo que ha de ser, lo que hará y lo que le va a suceder, y por tanto nada puede hacer para cambiar o modificar ese destino. Dicen que "está escrito en las estrellas" todo lo que ha de suceder. Por el contrario, la idea del libre albedrío especifica que tenemos la capacidad de decidir lo que hemos de hacer y ser, que somos arquitectos de nuestro propio destino. Esta es una paradoja de los seres humanos, pero no es tan difícil de conciliar. En teoría, tenemos libre albedrío, pero el grado de esa libertad está en proporción de nuestro nivel de consciencia. Y en la actualidad mucha gente no hace uso de su libertad, porque se encuentran atados al sistema establecido y a sus propios vicios, adicciones, temores y preferencias.

 

Primero, es necesario diferenciar libertad de libertinaje. El libertinaje no obedece ninguna norma y debe ser evitado a toda costa; las leyes de la sociedad pretenden controlarla. Libertad, en cambio, es que podamos actuar como nos plazca sin afectar los intereses legítimos de los demás; el respeto al derecho ajeno es la paz. Nuestra libertad termina donde comienza el derecho de los otros. Es claro que la libertad va a estar limitada por el entorno en el que vivimos y por nuestras capacidades para modificar la situación. Hay una libertad que remunera, es decir, que produce beneficios a la larga de forma permanente, y es aquella que apoya o mejora de alguna forma la vida o el desempeño personal y de los demás. Hay formas más egoístas de desempeñarnos en nuestra libertad, que pueden redituarnos dinero, pero provocarán consecuencias excesivamente caras para la sociedad. En otras palabras, si dentro de nuestra libertad no consideramos las repercusiones al entorno, estamos deteriorando el mundo o depredándolo, lo cual redundará en nuestro propio perjuicio a mediano o largo plazo. Este es el principio ético natural. Y el principio ético está a favor de la verdadera libertad.

 

Estas consideraciones explican con claridad que no podemos comportarnos como sea, sino que debemos seguir un código moral que nos mantenga saludables a nosotros mismos, a los demás y al mundo al mismo tiempo. No podemos esperar beneficio propio seguro perjudicando al mundo; la vida nos pasaría factura tarde o temprano. A veces nuestras acciones perjudican a los demás, a veces solo nos perjudican a nosotros, como en los casos de autoagresión por depresión, pero aun en este caso también perjudicamos a los demás, si recordamos que cada persona es una pieza importante de la sociedad. Todos necesitamos de todos y aquel que no considera este hecho, se puede volver un lastre para los demás y para sí mismo. Quiere decir que, la regla de ética debe ser guiada por la consideración y el amor compartido. Si yo no me amo a mi mismo, ¿cómo voy a amar a los demás? Y también, si no me respeto a mí mismo, ¿cómo voy a respetar a los demás?, y ¿cómo espero que los demás me respeten? Perderé lo más preciado de mi vida sin que me dé cuenta siquiera, y sin que sepa quién debí ser realmente. Es la forma más sutil de suicidio. Son cosas que no nos detenemos a pensar, pero son fundamentales para aumentar nuestros grados de libertad.

 

Finalmente, debemos entender la libertad en función de un entorno y de una conciencia que puede ser más o menos capaz de ejercer su libertad y de aumentarla. Tenemos la libertad de decidir nuestro camino, a partir de las condiciones en que nacimos. En nuestras manos está el ser libres o esclavos de nuestras propias debilidades y pasiones cuando no sabemos escoger lo que más nos conviene. Somos libres cuando realizamos aquello que nos produce alegría, para lo que somos especialmente hábiles. Y somos esclavos cuando tenemos algún mal hábito, que no produce nada constructivo y puede ser destructivo, por ejemplo la afición por las drogas o engañar a los incautos. Hay hábitos que matan lentamente y esclavizan, cuando destruyen el verdadero camino que esa persona pudo haber seguido para beneficio y edificación mutua. El desperdicio de vidas es común hoy en día. Todo aquello que nos proporciona mayor libertad proviene de Dios. Todo lo que nos engaña, dándonos placer momentáneo, pero al mismo tiempo absorbe nuestras fuerzas y tiempo y luego genera un aumento de problemas, dolores y preocupaciones, es el camino equivocado de la esclavitud. Las personas escogen ser esclavos de cierto "amo" a quien le rinden todo el honor y todas sus energías. Uno puede ser esclavo de sus propias apetencias y deseos egoístas, esclavo de la moda, esclavo del dinero, de las tendencias del momento o de sus pertenencias terrenales. El hombre promedio no sabe distinguir cuales son las decisiones que más le convienen, y las condiciones de la sociedad actual dificultan el que podamos darnos cuenta.

 

Hay otras consideraciones que enmarcan en gran medida lo que debemos hacer, aunque tengamos la libertad de no seguir lo que nuestra conciencia nos dicta. La teoría de Sistemas dice que dentro de cualquier organización las partes dependen unas de otras para su persistencia, y por eso cambian constantemente con el tiempo. Cuando algunas partes pierden su capacidad de cambiar, se vuelven obsoletas y anticuadas y eso daña al resto del sistema, hasta que el mecanismo regulador elimina esas partes anquilosadas, lo cual ocurre cuando se alcanza la "masa crítica" que obliga a un cambio completo, que se vuelve inevitable. Un sistema anquilosado que ha perdido su dinamismo es como nuestra sociedad, que por miles de años se ha estancado en un sistema económico que, al principio era muy beneficioso para el desarrollo, pero ahora se ha vuelto destructor del futuro social, porque esclaviza a las mayorías en vez de permitir la libertad de profesión, por ejemplo. Ya es necesario modificar las reglas para abrirse al abanico de posibilidades cada vez más amplia que ofrece las capacidades del hombre actual.

 

Hemos explicado que hay tiempos para todo, inclusive para fallar y rectificar el camino. Los ciclos de existencia pasan por todos los altibajos, y es lo que permite la evolución y un desarrollo con bases más firmes. Los estados de crisis y de peligro impulsan a los seres y a los mecanismos de retroalimentación a mejorarse y hacerse más fuertes. La vida con toda su complejidad y variedad hizo posible el surgimiento del ser humano y fue gracias a los mecanismos históricos, que repiten su rutina de manera dialéctica. La información en el Universo aumenta, se perfecciona y se hace más compleja sin cesar. En cada época histórica hay un tiempo en que los individuos gozan de amplio margen de libertad para desarrollarse y elegir caminos. Más tarde vienen tiempos de desavenencias y se debe cambiar lo que no funciona correctamente, para ser mejorado. Todo ente en el Universo funciona como una organización viva, que tiende a mantenerse a través del tiempo, y cuando está en riesgo de desaparecer, se transforma para seguir existiendo, adoptando los cambios que sean necesarios. Los seres individuales desaparecen, pero los sistemas permanecen.

 

Entonces, la predeterminación del destino sólo es parcial, porque el futuro no está totalmente decidido de antemano. Y esa falta de definición permite un amplio margen de posibilidades, para que los seres elijan sus caminos y lo que han de hacer. Así, tanto la libertad como la predeterminación de los seres no son absolutas, sino que parten de un ambiente y condiciones sociales e individuales en las que le tocó vivir, y este es el principio fundamental. El presente se va definiendo completamente sobre la marcha.

 

Entre los opuestos menos comprendidos del Ser está la unidad vs pluralidad, que se aplica por ejemplo a las partículas subatómicas versus el Universo entero. El Universo en su funcionamiento parece burlarse de las leyes impuestas por lo infinitamente pequeño, como son: el deterioro paulatino, la entropía, la aparición de eventos al azar y la predeterminación, porque les opone la organización, la renovación periódica, el aumento de la consciencia y las acciones con premeditación. Llegamos a la conclusión de que como el Universo es tan vasto y tan diverso, lo que hoy nos parece imposible es precisamente lo que tendrá oportunidad de volverse real en el futuro, y vendrá acompañado de un aumento de la conciencia y de la libertad. Y entonces, será el milagro la regla y no la excepción en lo cotidiano... Hay tiempo para todo, incluso para lo más inverosímil. El efecto mariposa está a favor de que los cambios locales se vuelvan universales.

 

Pero además, existe un segundo principio fundamental: todo lo que existe en el Universo tiene un propósito definido, sin importar si somos conscientes de ello o no. Hay personas que intuitivamente lo perciben, y les parece que la vida tiene caminos maravillosos; su mentalidad les hace el milagro de que todo les salga bien y tienen gran éxito. Por otro lado, hay mentalidades que sólo ven lo oscuro y sin esperanzas, y generalmente no obtienen lo que buscan. Todo depende de las expectativas ante la vida y la perseverancia para alcanzar lo deseado. Existe magia en la vida, pero no todos se dan cuenta y no todos deciden probarla. Por eso hay quien ha tenido mucha “suerte” y quien no la ha tenido en absoluto. Pero, aun en el peor caso, las personas pueden sacar provecho de lo poco que tienen y aumentar a su favor las posibilidades de éxito, modesto o elevado.

 

El ser humano nunca estará satisfecho de sí mismo, aunque haya nacido en noble cuna y jamás se preocupe por nada, a menos que realice acciones a favor de los demás. Los que han nacido pobres o en extrema pobreza y que viven al día, nunca estarán satisfechos si no hacen esfuerzos por salir de su pobreza y logran un cambio en su familia. Hay quien sobresale por sí solo, con el esfuerzo diario, porque su intuición natural le ayuda. Y hay quien ni con ayuda del prójimo logra hacer nada de valor. El propósito de la vida, al parecer, es procurar el progreso, la experiencia de triunfo sobre la adversidad, con un aprendizaje que marque la diferencia, para hacer espíritus fuertes que no se amilanan y no son conformistas. Nuestros actos personales pueden modificar las condiciones de vida, y la sociedad en su conjunto puede modificar al mundo a largo plazo, para bien o para mal, según el camino elegido. Es decir, apoyar a la Naturaleza en su evolución hacia la mayor consciencia y control, o deteriorarla hacia la destrucción y caos. Como sea, nadie está realmente solo: lo que hagamos o dejemos de hacer repercute a largo plazo en toda la sociedad, y también en la Naturaleza misma.

 

El cambio comienza con la percepción que todo lo que hagamos debe tener una utilidad para alguien. Entonces, lo más prudente al elegir nuestras opciones, es mantener el respeto de nuestro entorno. Aquel que elige adquirir poder y bienestar a costa de su ambiente y sin consideración de los que le rodean, no está tomando en cuenta este principio universal básico, y eso tendrá un costo que habrá que pagar en algún momento. Si muchos eligen este camino de progreso, el balance final será la condenación del futuro de nuestros hijos. Muchas veces la ceguera del hombre no le permite ver más allá de sus narices, y se conforma con la decisión más inmediata que le deje buenos dividendos, aunque sea desconsiderada. Porque su ego le hace creer que puede trascender sin tomar en cuenta a los demás. Nuestros deseos deben estar a favor de la corriente universal de progreso y edificación, es decir, del mecanismo homeostático que mantiene el control del súper-sistema. Porque si insistimos en transgredirlo, pronto seremos "arrastrados" en mala forma; la naturaleza misma nos eliminará, tarde o temprano y nuestro legado será sustituido por algo mejor. El control universal lo involucra todo, incluso nuestra consciencia misma, que no debería ser violentada por deseos egoístas.

 

 

No debemos olvidar que somos agentes mágicos, porque podemos provocar cambios relevantes y decisivos en la historia a largo plazo. Podría decirse que todos los días creamos algo o destruimos algo, nos demos cuenta o no. ¿O acaso nos hemos quedado en la mediocridad de no usar el poder que hemos heredado y que tenemos derecho a ejercer? La sociedad y Dios cuentan con nosotros para convertir lo imposible en posible. Según el Génesis bíblico, Dios le entregó el mundo a Adán para que lo administrase, pero las evidencias muestran que el hombre está fracasando en esta misión, ya que destruye más de lo que construye; el sistema que ha creado ha llegado a ser injusto y de moral dudosa, al no evolucionar con la eficiencia requerida por las necesidades cambiantes de la sociedad.

 

Los seres vivos inconscientes no tienen otra opción para escoger que buscar su sobrevivencia como mejor puedan hacerlo. Pero los seres conscientes y con verdadera inteligencia tienen a su disposición más grados de libertad, en relación directa con el aumento de su consciencia. En la medida que cada quién sea auténtico con lo que realmente es, nuestra libertad aumentará. La Verdad nos hará libres y auténticos. Entonces, empecemos con nosotros mismos, sepamos cuáles son nuestras habilidades innatas, y dediquemos el tiempo a desarrollarlas, porque eso es lo más valioso como personas.

 

Hoy en día, nuestro libre albedrío está limitado por las condiciones ambientales, psicológicas y sociales prevalecientes. Este entorno nos predetermina en principio y nos limita, pero de nosotros depende el convertir en ventaja ese condicionamiento, para alcanzar metas que podrían parecer inalcanzables, pero las podemos volver alcanzables, o al menos posibles en el cercano futuro. De nosotros depende, por nuestras acciones y voluntad, modificar el entorno a nuestro favor, de tal manera que se nos abran puertas. Así, el milagro puede presentarse de manera inesperada un día, y modificar nuestra vida radicalmente. Pero para ello debemos estar preparados:

   A) Aprovechando las oportunidades cuando se presenten, o de volver favorable la aparición de esas oportunidades.

   B) Enfrentando los imprevistos, que pueden ser positivos o negativos, y no permitir ser arrastrados por las malas circunstancias.

   C) Ayudándonos con la imaginación, visualizando eso que más deseamos de forma continua, teniendo fe firme en que será con seguridad una realidad. El poder de la mente es más fuerte de lo que creemos, sobretodo cuando es apoyada por la oración a Dios con fe. La oración de buena voluntad tiene más fuerza cuando es colectiva.

 

El éxito depende con qué clase de energía hemos cargado nuestros pensamientos, qué tipo de sentimientos pueblan nuestra mente, los de buena voluntad o los desconsiderados, los optimistas o los que carecen de fe, y haciendo un balance de cuáles tienen mayor presencia y persistencia, porque el ambiente mental se reflejará en la manera de actuar y de hablar, que impactará el entorno positivamente, negativamente o sin efecto si hay un equilibrio entre aspectos negativos y positivos. La sumatoria de todas nuestras acciones diarias atraerá la aceptación o el rechazo de quienes tratamos. Si pudiéramos eliminar totalmente los pensamientos negativos, nuestro éxito sería seguro, aunque siempre nos podemos encontrar con la enemistad de las personas de pensamientos egoístas. La sociedad actual no nos prepara para la vida. De otro modo, sabríamos cómo influir en el entorno para satisfacer nuestras necesidades. A nivel poblacional, el libre albedrío se presenta como dice la teoría de juegos: la gente se arriesga cuando percibe que va a tener como retribución una satisfacción, aunque sea pasajera y aunque sea menor, y aplicará todos sus esfuerzos a ello. Porque la naturaleza del ser de por sí es intrépida y curiosa, y nunca está conforme. También, la ciencia predice que la gente tomará decisiones en función de sus preferencias personales, y en casos extremos de sobrevivencia escogerá la mejor opción que a su juicio le permitirá sobrevivir de la mejor manera.

 

Un paso muy importante en la historia del Ser fue cuando el hombre alcanzó la conciencia de sí mismo, pues fue lo que le permitió pasar de un papel puramente pasivo a otro más activo, con posibilidades de modificar su entorno. Es decir, aumentó sus grados de libertad. Pero, en nuestros días, la falta de identidad, que es muy común, y la necesidad de una definición personal profunda ha impedido que la humanidad evolucione rápidamente. En la raíz de este problema gravita la paradoja entre la predeterminación y la relatividad del libre albedrío, debido a unas reglas sociales que en muchos casos se han vuelto demasiado rígidas, y con frecuencia la gente las rompe sin una visión apropiada. El error principal que ha cometido la sociedad es no preparar debidamente a las personas en el desarrollo de sus capacidades y orientarlas a las necesidades de su comunidad. Aunado a esta falta de sensibilidad va aparejado el hecho de que la humanidad sigue utilizando solamente el 10% de sus capacidades mentales, si no es que menos.

 

Para resolver el problema social desde la perspectiva individual, podemos empezar por aumentar ese 10% de uso de nuestras mentes, es decir, aumentar significativamente los niveles de consciencia, lo que permitiría más grados de libertad en forma exponencial. La manera de hacer efectivo este cambio es pasar de una mentalidad ególatra a otra totalmente opuesta, que nosotros hemos denominado egodispersa, que es guiada por los atractores universales de la humanidad. La capacidad de percepción dejaría de estar centrada en el Yo, sino que la consciencia se expandirá fuera del cuerpo sobre los terrenos de lo que hoy está en el inconsciente colectivo. A pesar de lo que pudiera parecer, el Yo psíquico no dejará de existir, sino que adquirirá una nueva ampliación de percepción, más conciliatoria y asertiva. Los súper-humanos con híper-consciencia podrán dejar de cometer errores en algún momento, cosa que la humanidad actual no ha podido evitar. En tal transformación, será de gran utilidad la meditación y mayor conocimiento.

 

Recordemos que somos seres trinos: cuerpo, alma y espíritu, y nuestro desarrollo como seres humanos no puede estar completo sin ubicar cada una de estas tres facetas. Nuestras capacidades de raciocinio tenemos que ponerlas al servicio del espíritu y del cuerpo como un todo, de otro modo sufriremos desviaciones graves que desvirtuarán el desarrollo. Si nos centramos en el cuerpo solamente, nuestras acciones serán egoístas. Si nos centramos en el espíritu, debidamente enfocado a los problemas del mundo, el espíritu responderá proveyendo para el cuerpo también; esta es la perspectiva egodispersa, caracterizada por una capacidad perceptiva creciente, que nos llevará a expandirnos a la consciencia universal. En ese sentido, sería bueno entender lo que el Nuevo Testamento nos dice respecto a prepararnos para la nueva Era. Pues, no solo necesitamos conocimiento, sino saber cómo aplicarlo a las experiencias de vida para beneficio mutuo. Los estados alterados de consciencia permiten tener una idea de lo que debe ser el modo egodisperso desarrollado, con la única diferencia que en esta híper-consciencia las percepciones pasarán a ser conscientes y controladas a voluntad, poco a poco.

 

La ciencia física se ha topado con algunos principios mentales-espirituales, aunque los haya presentado sólo como efectos físicos. La paradoja EPR y el efecto mariposa ocurren porque todo está conectado por enlaces indisolubles, sin importar distancias ni tiempos. Pero, la naturaleza de estos fenómenos son controlados por la Mente Cósmica o Alma Suprema, la entidad organizativa más grande que existe, que automantiene y autorregula al Multiverso. El mundo del espíritu y del alma determina que todo esté entretejido en un solo súper-sistema, pero nosotros solo entendemos lo que sucede en este planeta a nivel material y permanece casi desconocido todo aquello que nuestros cinco sentidos no pueden captar.

 

Ahora, considere esto: si toda la humanidad se hubiera comportado mayormente con rectitud, sin malas intenciones egoístas desde el principio del tiempo, ¿usted cree que el ambiente de este mundo sería igual o parecido al que tenemos hoy en día? Si comprendemos las implicaciones de la paradoja EPR, el efecto mariposa y el poder casi inexplorado de la mente, tendremos que contestar que no, y declarar que el ambiente físico, psíquico y social hubiera sido totalmente diferente y hasta opuesto a lo que ha sido nuestra historia. La gente sería más alegre, confiada y dispuesta a ayudar desinteresadamente, no habría grandes catástrofes, y si las hubiere la gente no sufriría los estragos, porque habría aprendido a evitarlas en más de una manera. Tampoco habría enfermedades mortales ni defectos genéticos, por ejemplo. Esta visión resulta increíble a nuestra experiencia, pero sería la realidad cotidiana en el caso que exponemos. Desgraciadamente, esa vía utópica no se siguió y fue abandonada casi desde el principio.

 

Esto nos enseña nuevamente que hay una forma idónea de vivir que nos armoniza con el Cosmos. Si podemos comprender todo esto, tendremos que aceptar la realidad del mundo del espíritu y de la voluntad de Dios, y de que somos culpables directos e indirectos de todas las tragedias que sufre la humanidad. Dios nos ha dado el espacio y el tiempo necesarios para que aprendamos la lección y rectifiquemos, pero muchos tienen el ego demasiado duro y no están dispuestos a aceptar sus errores.

 

Respecto a la última pregunta de este capítulo, ¿qué podemos decir respecto al futuro que nos espera? Cuando oímos hablar de avances tecnológicos y vemos cómo las maravillas de la ciencia y las tecnologías que nos hacen más placentera la vida van apareciendo con cierta rapidez, no podemos sino pensar que viviremos en un mundo fantástico, con tantos avances. Este es un ejemplo de lo que se llama Señales Precursoras de Acontecimientos (SPA), que nos permiten predecir qué esperar del futuro próximo. Pondremos otros ejemplos sencillos. Todos hemos oído sobre el calentamiento global y podemos leer por qué se produce y adonde nos puede llevar, lo cual nos pinta un futuro oscuro, desagradable. La aparición de gran cantidad de novelas y películas sobre catástrofes apocalípticas es otro ejemplo. Pero, el ser humano es autoconsciente, que calcula consecuencias y puede hacer mucho para evitar algo que no desea, si aún hay tiempo.

 

Nuestra civilización ha sufrido cambios enormes en los últimos cien años o poco más, de una manera como nadie del siglo XVIII o anteriores hubiera podido imaginar. Y hoy la imaginación con dificultad nos alcanza para prever lo que viene en los siguientes cien años. Los escenarios del siglo XXI y posteriores son tan variados que resulta confuso tener una idea de lo que a final de cuentas será el siglo XXII. Viviremos la confrontación de una ciencia y tecnologías muy desarrolladas contra un espíritu social pobre y disímbolo. Pronto, las previsiones o SPA se volverán inminencias sorprendentes e increíbles, y también repentinas. Podría ocurrir una mutación genética en las siguientes generaciones o en la actual, que haga saltar al espíritu humano a un nuevo nivel de consciencia, algo como lo que se predice en Joel 2:28: "...derramaré mi espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas..." ¿Podemos imaginar un tiempo en que, de repente la profecía esté de moda y la mayoría de las previsiones sean acordes unas con otras, pronunciadas por gente que no se conoce entre sí? Cuando eso empiece a pasar, estaremos sobre el final de nuestra Era, la cual comenzó hace más de 5,000 años, después del diluvio universal o cuando se fundaron las grandes culturas de la antigüedad, como China, India, Egipto y Mesopotamia... Hoy estamos al final y a punto de inaugurar una nueva Era, que se fundará sobre bases ideológicas totalmente diferentes a las actuales. Aquí es donde el punto de vista científico respecto al futuro debería escudriñar en el relato del Apocalipsis, que está cargado de símbolos. La profecía tendrá mucha presencia, porque lo que está por venir no tiene precedentes y rebasará la imaginación de las mayorías. La realidad mágica ya ha comenzado a manifestarse.

 

Nos han acostumbrado a pensar en un futuro lleno de maravillas tecnológicas, quizá robots por todos lados como sirvientes, naves espaciales, colonias en Marte o en otro planeta, autos voladores, etc. Pero, créame cuando le digo que ¡todo eso va a ser lo menos importante y lo menos interesante que les espera a nuestros descendientes! El mundo será radicalmente cambiado, y nuestra civilización también, desde sus cimientos. La ambición de poder y de dominio cambiará totalmente de perspectiva y de paradigma y ya no habrá poderes hegemónicos. Tampoco habrá guerra nunca más en ningún rincón del planeta. Y aunque hubiera alguien pensando en robar para poseer el bien ajeno, no habrá posibilidad alguna de que lo haga y tendrá que ponerse a trabajar. Porque habrá trabajo para todos, sin excepción; será una obligación y un derecho. Nadie carecerá de lo necesario nunca más. Son escenarios difíciles de creer, pero la realidad del mundo no se parecerá en nada al de hoy. Lo que para nosotros es una utopía es lo que se volverá común. Y la generación futura podrá estudiar nuestro presente y le parecerá absurdo e inconcebible.

 

Pero antes del gran cambio tendremos que pasar por un período de transición que será terrible, tanto o más que como lo fue el diluvio. Ofrecemos una disertación completa sobre el tema en el libro "El Paradigma Paradójico" Unidad 8, donde se explica cómo debió ser nuestro origen, nuestro pasado más remoto y cómo será posible el futuro mencionado, así como los cambios más relevantes, que serán bendición para el mundo. Estas explicaciones están basadas en tres aspectos fundamentales: la perspectiva científica, los relatos antiguos más persistentes y el Apocalipsis.

 

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