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I. La Naturaleza Del Ser

 

 

  • ¿Qué es el ser?

  • ¿Quiénes somos o qué somos?

  • ¿De dónde venimos? y ¿adónde vamos?

 

 

Desde la más lejana antigüedad, cuando los grandes filósofos intentaron definir al Ser por su naturaleza y sus características, siempre se toparon con opiniones encontradas, que dificultaban llegar a conclusiones definitivas. Los pensadores de los siglos siguientes también se han topado con contradicciones. Nosotros postulamos que la razón de estos desacuerdos aparentes se debe a que el Ser es paradójico y contradictorio por naturaleza. Analicemos algunas de las ideas que más prevalecen arraigadas en nuestro subconsciente, que a continuación se muestran en un verso, y aunque parezca solo un poema, esconde una definición muy exacta:

 

El Ser...

es Todo y Nada a la vez

es y no es lo que parece ser

es efecto y causa

es el ayer, el hoy y el mañana

es un deseo cumplido siempre insatisfecho

es el misterio supremo.

 

 

Las preguntas "¿Qué somos? y ¿De dónde venimos?" parecen ser simples, pero en verdad no lo son. La vida cotidiana nos absorbe de tal modo que no tenemos tiempo para pensar en nuestra verdadera naturaleza. Pero, vale la pena reflexionar sobre este asunto en los ratos libres, ya que de esta definición depende de cómo afrontamos la vida. El comprender mejor la naturaleza del Ser nos ayudará a desenvolvernos mejor y conocernos mejor como seres pensantes y responsables de este Universo... porque muchos viven sin vivir realmente, solo sufren la vida sin aprovecharla en todas sus capacidades.

 

Analicemos un poco las frases poéticas citadas arriba, una por una. "El Ser es todo y nada a la vez", significa que dentro de nosotros mismos existe un universo de posibilidades, pero de nosotros depende desarrollarlas. La voz interior en nuestras cabezas, que surge como producto de experiencias ancestrales subconscientes así nos lo revela. La unidad es sólo la parte ínfima del infinito, pero al mismo tiempo esta unidad es una organización, que es la característica universal de todos los seres. Si dejamos explayar nuestro sentimiento interno, percibiremos un enorme "espacio" que parece vacío, pero está lleno de tenues posibilidades de desarrollo, como chispas prometedoras brillando en las tinieblas, que si se les da un orden congruente con la realidad, se desarrollarán tanto que podrían volverse realidad, y guiarán nuestro camino. Pero si contemplamos el contexto existente fuera de nosotros, notamos que aparentemente solo somos una mota de arena en la inconmensurable playa del Universo. O una gota más en el vasto océano. Y una gota es como las demás gotas del océano, es decir, "aunque solo soy una gota, soy de la misma naturaleza que el océano". Nuestra presencia es muy humilde solo en principio, porque cada uno de nosotros es una semilla de Eternidad, una promesa de grandeza, que es necesario hacerla germinar y desarrollar, pero si no lo hacemos apropiadamente, la semilla se malogrará y perderá la Eternidad.

 

Por otro lado, desde el punto de vista científico, también se puede decir que la materia es casi inexistente. Si comparamos un átomo con un estadio de fútbol, el núcleo de ese átomo sería una naranja o un melón en el centro del campo, y los electrones serían unas cuantas canicas dando vueltas por todo el estadio. Y el resto del volumen del "átomo" está vacío. En otras palabras, la materia del átomo, constituida por las partículas mencionadas, representa menos del 1% de su volumen, y el resto no tiene materia, se llama vacío cuántico y en él se manifiestan los campos cuánticos, como la fuerza electromagnética. La materia es algo tan sutil y efímero, que en su nivel más elemental escapa a nuestra comprensión. Algo grandioso se esconde detrás, porque ¡todo el vacío cuántico está lleno de una sustancia inmaterial, que dio origen a las partículas materiales!

 

El "Ser es y no es", porque casi todo lo que tenemos dentro de nosotros no nos pertenece en exclusividad, pues ya existía de origen cuando nacimos. La materia que nos conforma la hemos heredado, y cuando nos vayamos la dejaremos ligeramente transformada y le heredaremos la información reproducible que acumulamos durante nuestra vida, debido a que al realizarnos como personas impresionamos a la comunidad con nuestra identidad y acciones, y eso será lo único propio no prestado que poseeremos, y será nuestra única riqueza eterna, que hablará por nosotros. De lo que hagamos hoy depende que nuestra vida haya valido la pena. El Universo acumula información nueva a medida que pasa el tiempo, y la información no se pierde nunca.

 

Existe un más allá, puesto que nuestro contenido esencial ya existía antes de nuestra llegada al mundo, siguiendo una escala de valores y reglas que trascienden al mundo físico, sin importar si las conocemos o no. Por ejemplo, todo el bagaje genético y la percepción ancestral y arquetípica que recibimos al nacer conforman en gran medida nuestro carácter, y en función del cual soñamos en imágenes y símbolos y proyectamos al futuro nuestras esperanzas y anhelos. Y ésta información heredada continuará existiendo después de nuestra muerte, y continuará produciendo nuevas combinaciones. Todos estos elementos han ido evolucionando, volviéndose cada vez más abundantes y complejos. Tal vez por el hecho de que arrastramos con nosotros toda esta información interna, es que tenemos certeza repentina sobre ciertos hechos, y también deseos internos que se distinguen de los demás por su fuerza y firmeza, que delinean lo que creemos y lo que perseguimos, por encima de las propagandas de este mundo. Este es el efecto de la intuición.

 

Además, “El Ser es el ayer, el hoy y el mañana", es decir, el Ser evoluciona y cambia. El Ser no es un ente puntual fijo, sino que se desempeña de cierta manera, describiendo comportamientos, cambios y progreso o degeneración, y todo esto se traduce en información, que sigue acumulándose. De ahí que el devenir histórico es parte característica del Ser, es uno de los elementos que conforman su organización. Luego, el Ser es un ente organizado que evoluciona y cambia con el tiempo. Esto incide en una verdad universal: la existencia es cíclica pero a la vez cambiante. Solamente el Ser Supremo, constituido por el conjunto de todos los seres, es constante y no cambia nunca, porque contiene el pasado, el presente y el futuro como un todo permanente que jamás olvida, sino que todo forma parte de su sistema. Nada escapa al Ser Supremo.

 

"El Ser es causa y efecto", es decir, todo es una cadena en la que las causas se vuelven efectos, y los efectos causas de futuros efectos. El Ser individual no es siempre el mismo, va cambiando de humor y de tonalidad, de acuerdo al ambiente que le rodea, necesidades y experiencias acumuladas. Paradójicamente, “las aguas del río volverán a correr algún día por el mismo cauce”, contrariamente a lo que se cree, que “el agua que ves correr por el río jamás la volverás a ver”. Lo que se va regresa, lo que se pierde se recupera, lo que muere renace, y lo vemos cada primavera, aunque cada año será un poco diferente de la anterior, con nueva información y nuestra percepción nunca volverá a ser la misma, porque el Ser acumula experiencia. El Universo sería muy pequeño y muy aburrido si pudiéramos comprender y predecir todo tras los primeros intentos, pero afortunadamente no es así. Es más, el aumento de la complejidad parece no tener fin.

 

Las leyes cíclicas que acumulan progreso son de carácter universal y se cumplen en todas partes y en todos los niveles de organización de la materia, es decir, desde los átomos, pasando por los niveles químico y orgánico, hasta los superlativos de organización etérea mucho más allá del hombre... Este progreso evolutivo cíclico se conoce como Espiral Psicohistórica en el Paradigma Paradójico. Estos ciclos van sufriendo cierta distorsión con el paso del tiempo y las normas se van adecuando de manera plástica a las condiciones, hasta que en algún momento cambian totalmente. Además, el ser humano como lo conocemos no es la meta final de la cadena existencial del Ser, porque el hombre es todavía demasiado imperfecto y limitado. Sin embargo, el hombre representa un momento clave en la evolución, pues en él apareció la conciencia de sí mismo con capacidad de prever consecuencias de sus actos.

 

El devenir es cíclico pero no circular, sino en espiral, por una perspectiva de progreso histórico. Cada nueva vuelta de la espiral es impulsada por determinados objetivos que le identifican, y los seres van progresando poco a poco, buscando alcanzar sus objetivos, mientras el Ser adquiere vivencias y se va transformando, hasta cambiar de formas y modificar sus objetivos. Todo cambia a cada instante, porque la existencia es movimiento, descubrimiento, crisis e innovación, y cada pequeña variación surgida, es señal de un nuevo nacimiento, de una nueva línea de progreso, que llevará a un futuro más amplio, rico y con más experiencias. Tanto la evolución de los genes heredados como los procesos históricos en espiral nos hablan de cadenas interminables de causa-efecto, que se presentan a manera de árbol genealógico, que produce y ramifica líneas genéticas y de karmas. Por todo lo anterior, una de las propuestas del Paradigma Paradójico es el estudio histórico de la humanidad, que abarque ciclos completos, por ejemplo, desde la fundación de las culturas antiguas, como China, India, Mesopotamia y Egipto, en donde se piensa que su origen fue posterior al Diluvio; hasta su final, que ya está muy próximo, y está profetizado en el Apocalipsis bíblico.

 

Pero, ¿De dónde o cómo surgió el Universo? ¿Acaso de la Nada surgió la materia? O si usted es de la opinión de que la materia siempre ha existido, la pregunta prevalece, porque está demostrado que todo material sufre agotamiento, aún la energía libre, y por eso los científicos de hoy están de acuerdo en que tuvo que haber un principio del Universo, como tendrá que haber un final. Significa que se requiere de un "tiempo" de "destrucción o desvanecimiento" o de "no manifestación", y posteriormente de re-creación o reformulación del mundo. ¿Serán estos momentos de desvanecimiento sinónimos de lo que debemos entender por la Nada? Todo parece indicar que sí.

 

Los opuestos son necesarios, y se presentan en pares, uno con respecto al otro para justificarse mutuamente. Por ejemplo, para que se conceptualice la destrucción se requiere la construcción; para entender lo que es difícil debe haber algo que sea fácil. Y tiene que haber estado de alerta y estados inconscientes alternativamente, como en una balanza de dos platillos o un reloj de arena, que nunca pierde sus granos, sólo cambian de lugar.

 

 

“El Ser es y no es lo que parece ser”. Nuestros cerebros no captan toda la realidad de un momento cualquiera, sino que percibe sólo desde su propia perspectiva lo que está sucediendo a su alrededor. Todo lo que nos rodea nos envía gigantescas cantidades de información, pero nuestro cerebro solo toma y procesa una muy pequeña cantidad, la que considera más importante y relevante, es decir, el mundo se vuelve sólo lo que juzgamos que nos conviene reconocer. Por eso es que el mundo no es solo lo que percibimos e interpretamos de él. No es lo mismo nuestra Verdad Real que la Verdad Auténtica; la primera es un fragmento de la segunda. Y además, el Ser oculta misterios de difícil acceso a la conciencia humana. Primero que nada, debemos luchar por conocernos a nosotros mismos. Además, los físicos cuánticos han llegado a establecer teorías que explican que la materia no está constituida por tres dimensiones solamente (línea, superficie y volumen), sino que tiene once dimensiones, pero la mayoría de ellas no las podemos percibir porque están incurvadas en volúmenes más pequeños que el átomo. Han descubierto que la realidad es mucho más compleja y mágica de lo que podemos siquiera imaginar. Pero, la existencia tuvo un principio simple, que provino desde niveles invisibles, anteriores a la aparición de la materia.

 

"Somos un deseo cumplido siempre insatisfecho" y "es el misterio supremo". Siempre estamos enfrentando algo que no nos deja satisfechos, y no estamos tranquilos hasta que identifiquemos y desarrollemos cada una de esas "necesidades" que sentimos en nuestro interior. Pero, resulta que cuando ciertas cuestiones son resueltas, otras nuevas surgen, más enigmáticas o difíciles que las anteriores. Y así continúa el Ser en su historia, acicateado por la curiosidad y la necesidad, hasta que algún día se desarrolle tanto que podrá expandirse en realizaciones. Un día, cada una de nuestras células se habrá transformado en una estrella del firmamento, y nuestra mente será entonces semejante a la primera causa que provocó el Big Bang y que produjo el Universo, y todo nuestro ser abarcará la totalidad del Cosmos y aun más allá. Es el Efecto Infinito, que encuentra todo dentro de sí mismo, y luego se ve reproducido fuera de él, como en un espejo. Lo que hacen notables estas percepciones es que tengamos conciencia de esta paradoja, y para entenderla necesitamos conocer nuestro interior, que es lo que nos conecta y explica lo que está más allá.

 

Pensemos por un momento en lo que representa el hecho de que somos el producto de muchos miles de millones de años de evolución cósmica, y todo lo que el Universo tuvo que procesar para que pudiéramos ser una realidad! Cada uno de nosotros nacemos con alguna habilidad más desarrollada y preparada especialmente para la acción, y es la que nos distingue e identifica. Y nacemos en un contexto determinado con una problemática definida. En base a estas dos consideraciones, nuestro deber es descubrir nuestra habilidad y aplicarla a los problemas contextuales que nos rodean y agobian, porque de esa manera nuestra actuación será fuente de experiencia para todos, que los hará cambiar en alguna forma en el camino incansable hacia la perfección. Aunque no es tarea fácil, porque nunca terminamos de conocernos y siempre quedan misterios escondidos en la naturaleza de la mente y del espíritu. Pero nosotros somos el fruto de un deseo ancestral, que se caracteriza por su valentía e intrepidez. Ahora nos toca responder y hacer que todo ese esfuerzo no haya sido en vano, realizando nuestra labor apropiadamente. La pregunta es: ¿Podremos responder a la expectativa cósmica de lo que se espera de nosotros, o nos volveremos más bien otro problema que el Universo tendrá que resolver después, provocando un retraso en la evolución cósmica? Pero, si ocurriese esto último, nuestro valor único quedará devaluado.

 

Todo esto está ligado a la desazón que sentimos en nuestro interior y que nos impulsa toda la vida, y es referente al espíritu. Nuestra sociedad moderna no lo puede explicar, pero el espíritu es más importante que el cuerpo, y mientras no lo reconozcamos, no podremos deshacernos de esa desazón, e iremos dando tumbos por la vida, sin una meta segura.

 

Se ha dicho también que es la naturaleza humana lo que lo hace estar siempre insatisfecho. Esta es una característica universal del Ser. Tanto los seres como el medio ambiente cambian constantemente. La búsqueda de la perfección nos obliga a colectar y crear experiencias incansablemente, a sentirnos a gusto siempre que tengamos retos que pongan a trabajar nuestras capacidades inherentes, en busca de una utopía que ha de convertirse en realidad algún día. Cuando ésta se convierte en realidad, buscamos otro reto más lejano. Es como una carrera de relevos que no parece tener fin. Es el Efecto Infinito trabajando en nosotros, porque estamos hechos a semejanza del Universo, que es cíclico e infinito. Pero más exactamente, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, que es infinito y eterno. Aquí el término “semejanza” significa que somos miembros del Universo, miembros de Dios, pero no somos el Universo y no somos Dios. El individuo se comporta como una imagen en el espejo del Todo, y el conjunto de todos los "espejos" superpuestos forma la imagen completa de la infinita complejidad de la realidad. Pero, nuestro valor individual dependerá de lo que hagamos con nuestra vida.

 

Nuestra actuación en la vida debe señalar el inicio de una “nueva era", marcando un cambio en la esfera social de la historia, y para ello, el don natural que nos distingue debe desarrollarse e imprimir su producto en las vidas y mentes de los demás, aunque este don sea muy sencillo y humilde, porque no hay necesidad menor ni necesidad mayor, sino que todas son igualmente necesarias. Tiempo llegará que nuestro impacto en el mundo será innegable. Puede que no distingamos gran efecto logrado por nuestra contribución en la vida, y que parezca un juego de hormigas en un mundo demasiado complejo. Pero la cadena de consecuencias crecerá cada día que pase, a medida que vaya creciendo el árbol de las generaciones y de los milenios, ¡y un día el efecto mariposa habrá repercutido por todo el Cosmos! El concepto de efecto mariposa está en la sección del glosario.

 

La Creación no terminó en seis "días de Dios" de que habla el Génesis bíblico. Los "días de Dios" no son días de 24 horas. Se refieren en realidad a seis veces en que la Creación fue re-direccionada por Dios. Pero, la Creación es continua, desde el amanecer hasta el anochecer de todos los días, ¡pero ahora los cambios creativos dependen principalmente de ti y de mí! Porque estamos en el séptimo "día de Dios", referente a la actividad del ser humano, que constituye el séptimo re-diseño del mundo, que está en curso. Cuando no observamos al mundo, no podemos crear, y cuando no creamos, el mundo cae en la rutina monótona y se deteriora, y el peligro de la inmovilidad y el conformismo es caer en el olvido y desaparición. No cabe duda que el "motor" que trajo a la existencia al Universo fue el amor, que es el deseo de ser. Esta tendencia inmaterial produce toda la energía que se necesita, porque el deseo de ser no solo involucra al Uno, sino al Infinito, porque el Uno está en todos, y el Todo en Uno, que es el principio organizativo de las partes.

 

Porque me ves existo en tu mente y en el mundo,

y me lleno de color y de significados.

Mas cuando tus ojos se cierran,

vago en inseguridad e indefinición,

mi fuerza se congela y mi existencia titubea.

 

 

Hay una teoría de la física cuántica que encaja perfectamente con este verso que parece adivinanza, refiriéndose a las acciones del observador sobre el mundo observado. A veces no está claro quién es o quién debe ser el motor de nuestra vida, porque quizá no tenemos a quien dedicarle nuestros esfuerzos, excepto al mundo como si fuera ajeno. Pero, nos olvidamos de que nuestra alma forma parte del Alma Universal, que es la Mente Cósmica. Somos una célula de Dios, que forma parte del Todo indivisible, y formamos parte de la infinita máquina creativa, la cual no percibimos ni entendemos en su verdadera dimensión. Pero esa fuerza es la que nos impulsa, y es a la que debemos atender, para comprender por qué nos alienta tanto y nos ha traído a esta vida. Es gracias a ella que tenemos un despliegue de ilusiones y cosas por hacer, las cuales se han convertido en metas de nuestra libre voluntad.

 

No desdeñemos la voz del científico, la del sabio, la del escritor, la de Dios que nos habla desde nuestro interior, o la del compañero solo porque es pobre, ateo, comunista o porque tiene unas ideas muy “locas”. No desdeñes las opiniones del sacerdote solo porque es católico o protestante y tú no lo eres. No desprecies al anciano solo porque no puede asimilar tus ideas modernas. Todos tenemos un pedacito de la verdad. No nos sintamos la máxima autoridad en nuestra materia o en lo que creemos, y que todo lo que nos importa lo conocemos, porque siempre habrá quien tenga otras experiencias y quiera rebatir. Dicen que cada “cabeza es un mundo”, pero más bien cada cabeza sólo comprende una pequeña porción de la realidad, y puede tratarse de una porción diferente de nuestra experiencia personal. Solo usamos alrededor del 10% de la capacidad cerebral, porque la mente está enfocada en los problemas individuales que inconscientemente hemos catalogado como prioritarios. No seamos tan orgullosos y engreídos de creer que nuestra idea personal de la vida, del Más Allá, de Dios o del Universo son las más válidas, porque nuestros conceptos personales o de grupo nada son comparados con la Edad del Universo. Nuestras opiniones personales están basadas siempre en información muy incompleta, y no hay nadie que conozca toda la verdad, tan sencilla y directa, pero sin embargo tan inmensa a la vez. Sin embargo, en ciertos libros se ha concentrado el conocimiento de mucha gente, que por experiencias se ha llegado a certezas más amplias que las personales. En lo futuro, se espera que el individuo promedio desarrolle la capacidad para comprender y entender cada vez más formas de pensamiento diferentes a la de él.

 

Seamos precavidos y tratemos de aprender cómo mejorar nuestras capacidades personales, no en base a nuestra perspectiva mental, sino a base de aprender cada vez más formas diferentes de percibir y procesar la realidad. El Libro de la Verdad está abierto para todo aquel que elija expandirse más allá de su individualidad y sepa leer en sus páginas, claras para el sabio, pero ilegibles para el profano. En nuestros días están apareciendo ya los primeros indicios -sucesos y personas- que nos llevarán a una nueva Edad de Oro, la Era de los Milagros, la Era de las Posibilidades Imposibles, donde gente nueva usará cotidianamente porcentajes muy superiores al 10% de sus mentes, a base de aumentar sus capacidades de percepción.

 

El concepto y desarrollo del Ser es tan amplio, que lo abarca casi todo. Por eso, el contenido de los siguientes capítulos también contribuye ampliando y cimentando todo lo que debemos saber sobre el Ser. Porque el Ser puede empequeñecerse hasta hacerse infinitesimal, como una partícula subatómica, o puede ser tan grande y complejo como el Universo, y más aún. El Ser tradicionalmente se manifiesta por movimiento y cambio constante, que determinan su carácter histórico, una historia cíclica y progresiva, dirigida hacia el aumento de la consciencia y la perfección. Y la naturaleza histórica tiene tres cualidades en su comportamiento, que son: la razón, la intuición y la moral.

 

La razón es lo que caracteriza al ser humano como ente pensante, consciente de sí mismo y de sus actos, y que nos lleva a realizar acciones que normalmente no ocurrirían sin nuestra voluntad. En cambio, la intuición es una especie de sexto sentido, que nos aconseja internamente, como un guía en nuestra vida, en el que muy poco o nada tiene que ver el raciocinio, que ha ayudado por igual a científicos, religiosos y humanistas y cuya raíz primordial proviene del espíritu eterno. La moral es una especie de código de comportamiento, que favorecer la sobrevivencia de la organización, guiada por la razón y la intuición, y que con el tiempo y el uso del cerebro se fue perfeccionando hasta convertirse en una verdadera moral ética, debido a que el aumento de las capacidades intelectuales le permite al hombre comprender la consecuencia de sus acciones. La moral abarca dos campos: uno absoluto y otro relativo. Son relativos los aspectos morales que una sociedad puede adoptar o rechazar a su gusto. Pero hay otros aspectos morales absolutos, que deberían ser adoptados por toda sociedad racional, por ejemplo el matrimonio entre hombre y mujer como base fundamental de la familia.

 

Nótese que el ser no autoconsciente solamente tiene la intuición como única fuerza que le hace actuar, aunque en este nivel primitivo se llama instinto, e incluye una curiosidad natural. En cambio, en un ser consciente la intuición suele combinarse con la razón, la imaginación, el deseo y la moral. De hecho, es la imaginación el motor que ha impulsado a la humanidad hacia el progreso y el descubrimiento, donde todo puede volverse realidad. Pero la ciencia no puede explicar de dónde surgió la organización y la moral. Pero ya llega el tiempo en que estos términos se comprenderán a profundidad, y habrá que re-conceptualizarlos. No sabemos explicar cómo se estructura la intuición, pero nos ha salvado muchas veces de errores, que pudieron ser fatales. Los seres humanos no podemos captar todas las señales que la realidad nos envía, y nuestro raciocinio puede engañarnos, pero no así la verdadera intuición. Se dice que la lógica engaña y el instinto avisa lo que la razón niega. En un Universo que es contradictorio, es razonable que necesitemos de una intuición segura como apoyo a nuestro raciocinio para la sobrevivencia y crecimiento. La intuición es un mecanismo natural, que se fortaleció en el transcurso de miles de millones de años de evolución, porque ha mostrado ser una ventaja adaptativa para la sobrevivencia de los seres vivos.

 

Mientras el Ser no sea perfecto, deberá contar con una cuarta cualidad, necesaria para su crecimiento: intercambiar información con su prójimo para mejorar y ampliar sus ideas particulares y efectuar división coordinada del trabajo. Eso es lo que ha estado haciendo el ser humano, pero ya es tiempo de dar un paso más allá en el camino evolutivo.

 

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